22 de octubre del 2019.
Durante más de una década el ACNUR ha utilizado enfoques comunitarios para fortalecer la protección. Aunque el término “protección comunitaria” (CBP, por sus siglas en inglés) no se utiliza ampliamente, los conceptos y enfoques son familiares para las organizaciones humanitarias. Con base en documentos, entrevistas con profesionales y visitas de campo, este documento establece las principales lecciones que han surgido en los últimos años en la prestación de la CBP. Su objetivo es ayudar al personal del ACNUR y de sus socios en todos los niveles a integrar en su trabajo humanitario un enfoque comunitario a la protección.
Comprender la protección comunitaria.
I.
Introducción. Con el tiempo, el ACNUR ha fortalecido los fundamentos de su trabajo basado en los derechos. El ACNUR considera que su mandato es trabajar con los refugiados, las personas apátridas y los desplazados internos para garantizar que puedan gozar de sus derechos (en lugar de ayudar a los “beneficiarios”). Estos derechos comprenden el derecho de toda persona a participar en determinar y forjar sus vidas. Por lo tanto, como reflejo de su mandato, el ACNUR ha adoptado un enfoque comunitario para trabajar con todas las personas que atiende, con base en la consulta y la participación, independientemente del sexo, edad, origen étnico u otros atributos. A través de la aplicación sistemática de un enfoque de edad, género y diversidad (EGD), el ACNUR trata de garantizar que todas las personas de interés disfruten de sus derechos en igualdad de condiciones y puedan participar plenamente en las decisiones que afectan su vida. La política de EGD es inseparable del compromiso general del ACNUR con un enfoque basado en los derechos1. Más allá de la lógica basada en los derechos de la protección comunitaria, se reconoce que los insumos externos por sí solos no pueden lograr mejoras sostenidas en la vida de las personas de interés. Las mejoras a largo plazo sólo se pueden conseguir en estrecha colaboración con las comunidades y las personas a quienes el ACNUR presta sus servicios, y dependen fundamentalmente de la utilización de sus propios talentos y capacidades para conseguir la autosuficiencia. ¿Qué es un enfoque comunitario? Tanto en el trabajo de desarrollo como de socorro, el término “enfoque comunitario” implica que las comunidades participan de manera significativa e importante en todos los aspectos de los programas que les afecten, fortaleciendo el rol de liderazgo de la comunidad como una fuerza impulsora de cambio. Con frecuencia, el personal de los programas consulta con las comunidades o sus representantes sobre sus preocupaciones, pero luego desarrolla e implementa proyectos sin mayor participación de la comunidad en cuestión. Si bien, esto es claramente mejor que no consultar nada, no es un enfoque comunitario. Para estar verdaderamente basados en la comunidad, los programas deben involucrar a los grupos afectados de la comunidad en todas las etapas: en la evaluación, el diagnóstico, el establecimiento de prioridades, el diseño, la implementación, el monitoreo y la evaluación2.
El enfoque enfatiza la autodeterminación y la capacidad de la comunidad, pero no elimina la necesidad de mecanismos formales de protección ni implica que se espera que las comunidades sean completamente autosuficientes. Las comunidades pueden necesitar apoyo técnico y material durante un largo período. El enfoque tampoco es una alternativa de bajo costo, a pesar de que es probable que los resultados sean más sostenibles a largo plazo, porque las comunidades fuertes requieren menos intervención y apoyo externo. Un enfoque comunitario también significa que las formas de protección que se centran en la búsqueda de soluciones se pueden emprender en una etapa mucho más temprana. ¿Qué es protección? Las agencias pueden definir el contenido de la “protección” de diferentes maneras. Sin embargo, hay un elemento común central: todas las agencias coinciden en que se debe proteger a las personas de interés de la violencia persistente, o de las amenazas de violencia interna o externa, y de sus efectos, y de la coerción y la privación sistemática de los derechos fundamentales. Para el ACNUR, la “protección” abarca todas las actividades que tienen como objetivo lograr el pleno respeto de los derechos de la persona, de conformidad con la letra y el espíritu del derecho internacional de los derechos humanos, el derecho internacional de los refugiados y de las personas apátridas y el derecho internacional humanitario. Se requiere la creación de un entorno propicio para la prevención o el alivio de los efectos inmediatos de un patrón específico de abuso, y la restauración de la dignidad humana a través de la reparación, la restitución y la rehabilitación. En varios contextos humanitarios puede ser necesaria la protección. Afecta tanto a los refugiados como a las personas apátridas y a los desplazados internos, y es relevante en todas las fases de los conflictos, así como en casos de desastres naturales, ya sea que se trate de situaciones de emergencia o de larga duración. Las respuestas de protección también pueden ser necesarias para las personas apátridas, inclusive tanto para aquellas personas en contextos migratorios como para aquellas que nunca han salido de “su propio” país. Los seres humanos, naturalmente, forman comunidades, y esto sigue siendo cierto cuando están desarraigados, viviendo en campamentos o asentamientos, en condiciones de marginalidad social, o, cada vez más, en las comunidades de acogida. Con algunas excepciones importantes, un enfoque comunitario para la protección es apropiado en la mayoría de las situaciones, y puede generar una protección más efectiva y soluciones sostenibles. ¿Qué se entiende por protección comunitaria? El Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (CICR) ha descrito la protección requerida por las personas en situaciones humanitarias en términos del “huevo de la protección”. El huevo tiene tres niveles, que requieren tres niveles de intervención3. En primer lugar, es necesario brindar los servicios que se necesitan urgentemente para prevenir amenazas y abusos, y abordar los efectos inmediatos. En segundo lugar, las agencias deben implementar programas que permitan a las personas mejorar su situación y recuperar su dignidad. En el tercer nivel, es necesario actuar para cambiar las circunstancias subyacentes que obstaculizan la capacidad de las personas de ejercer y disfrutar de sus derechos humanos. Cada uno de estos tres niveles de intervención se fortalecerá si las comunidades participan activamente en la identificación y diseño de respuestas a las amenazas que enfrentan. Los programas humanitarios y de desarrollo destacan cada vez más la participación de la comunidad. Sin embargo, los profesionales humanitarios todavía están aprendiendo cómo y cuándo usar el enfoque. La protección comunitaria establece las capacidades, la agencia, los derechos y la dignidad de las personas de interés en el centro de la programación. Genera resultados de protección más eficaces y sostenibles mediante la identificación de los vacíos de protección a través de la consulta y fortaleciendo la capacidad y los recursos locales. En el nivel más básico, es fundamental comprender a las comunidades con el fin de evitar daños y asegurarse de que los programas involuntariamente no dejen a la gente y las comunidades en peor situación. Hacer que las comunidades participen en su propia protección también les prepara para el retorno y otras soluciones duraderas. Mientras el análisis de la “transversalización de la protección” identifica los riesgos y se asegura de que los programas de suministro de agua, saneamiento, medios de vida sostenibles y otros servicios no generen riesgos de protección, como efecto secundario, la protección comunitaria utiliza un enfoque comunitario para diseñar programas que abordan específicamente los temas de protección que enfrenta una comunidad. Por otra parte, es esencial que este análisis de la transversalización de la protección se implemente con una perspectiva de EGD, con el fin de garantizar la igualdad de género y la inclusión de mujeres, hombres, niñas y niños de todas las edades y de diversos orígenes. Trabajar desde una perspectiva de EGD también implica incluir en igualdad de condiciones a todas las personas de interés con necesidades específicas (LGBTI4 y adultos mayores, personas con discapacidad, personas pertenecientes a minorías étnicas, religiosas o lingüísticas y/o pueblos indígenas). El vínculo entre las comunidades y la protección se refuerza mutuamente. Trabajar mediante los mecanismos comunitarios mejora la protección y una mejor protección fortalece las comunidades.
Notas.
1. Para una amplia discusión, véase la Sección 2 de Enfoque comunitario en las operaciones del ACNUR, 2008.
2 Para más información, véase la Sección 3 de ACNUR, Enfoque comunitario en las operaciones del ACNUR, 2008.
3 Comité Internacional de la Cruz Roja, Normativa profesional relativa a la labor de protección, 2013. 4 Lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales.
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